El fresco y primaveral aroma de los brotes de hierba recién cortados evocan en la madre desesperada recuerdos de su pasado tumbada bajo el augusto sol de una playa en la costa cantábrica, donde la mayor preocupación del día era saber si la marea estaba o no crecida.
Momentos pasados en los que controlaba la TV a su antojo sin tener a nadie a quien mirar de reojo.
Sesiones cinematográficas sentada en una señorial butaca de cine sin tener que salir al baño tres veces antes de que la película termine.
Tardes de compras en las que se probaba prendas de ropa por doquier, sin tener que pagar doce y devolver al día siguiente diez.
Semanas apasionantes con la bibliografía completa de Ken Follet sin olvidarse de los nombres de los personajes.
Salidas nocturnas, sin preocupación horaria, durmiendo luego del tirón, lo que ahora es ciencia ficción.
Viajes a los confines del mundo con una mochila por montera, sin llevar dentro toallitas húmedas ni tarteras.
Comidas y cenas tranquilas degustando cada bocado sin necesidad de atragantarte por no haberlo masticado.
Así que sin ser Homero, ni querer parecerlo, este blog dedica su particular Oda a aquellos momentos que no tienen que desaparecer, sino que al contrario, hay que hacerlos volver.
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NUNCA OLVIDES QUIEN ERES, y si quieres sonreir un rato no te pierdas el siguiente video.
